Las cualidades de la naturaleza son tres: sattva, rajas y tamas. De ellas se derivan los elementos, la mente, los sentidos de la percepción, los órganos de acción, la inteligencia y el ego.
La naturaleza (Prakṛiti) comprende al mundo fenoménico. Sirve al Sí Mismo para experimentar el mundo o para emanciparse.
Según la filosofía, la naturaleza es ilusoria: el alma (Sí-mismo) es lo realmente verdadero y eterno. Esta afirmación hay que interpretarla para comprender sus matices. Si bien aceptar a la naturaleza como única realidad -porque es lo único que vemos- es ignorancia (avidyā), descartarla como una ilusión es de ingenuos.
Vivimos y pertenecemos a la naturaleza. La forma de trascenderla es aceptarla, estudiarla y comprenderla.
Sattva es luminosidad o esplendor, rajas, acción o movimiento y tamas, inercia o latencia (II.18). Estas cualidades son inestables y tienden a modificarse. Están presentes en todos los fenómenos de la vida pero en proporciones variables.
La inestabilidad de los guṇas causa trastornos a nivel físico y psico-sensorial. El papel del yoga es reconciliar los guṇas en sus proporciones originales y con ello trascender la naturaleza para que no nos afecten sus turbulencias.